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SOLO QUIERO QUE ME RECUERDEN CON MI MUSICA
"La luna esta saliendo, no hay tiempo que perder
Es hora de empezar a beber.
Dile a la banda que toque un blues y yo pago los tragos".
Tom Waits
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viernes, 10 de julio de 2015
miércoles, 24 de junio de 2015
0140. JOHN LEE HOOKER - SMOKESTACK LIGHTNING
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John Lee Hooker registra esta versiòn en el àlbum Burning Hell, grabado en 1964 por Speciality Records.
Se sabe que una guitarra llegó a las manos de John Lee Hooker (1917-2001) por casualidad, que su padre, el reverendo William Hooker, no quería ver en casa el pernicioso instrumento que tan frecuentemente se utilizaba para contar historias lascivas, viciosas y oscuras como las de Robert Johnson.
Pero el pulso lo ganó de Will Moore, el hombre con el que se fue la madre de Hooker, un aparcero de Louisiana que, según el hijastro, fue quien le enseñó todo lo que necesitaba para crear el boogie, un ritmo que crece en el interior del cuerpo como un bicho y te domina con suavidad y constancia. Por lo demás, nada se sabe de Moore como músico, aunque Hooker haya dado mil y una versiones sobre la notoriedad de su padrastro en Clarksdale.
Hooker sembró su vida de fechas falsas, datos que no cuadran, exageraciones, detalles sin contexto… La neblina se vuelve espesa en cuanto asoma algún dato biográfico del bluesero nacido en las afueras de Clarksdale, un pequeño pueblo-milagro que, como todo el Delta del Mississippi, reunía una serie de requisitos desconocidos para que el blues fluyera de la manera más pura posible. Robert Johnson, Son House, Muddy Waters…, todos cruzaron en algún momento las calles de este punto invisible en el mapa.
Cantaba hablando, se despojaba de cualquier elemento que no fuera imprescindible y no dejaba de seguir el ritmo con el pie. John Lee Hooker, el boogie man que cavaba un hoyo con cada fraseo, haciéndo brotar sensaciones primarias.

En Detroit
1. Dormido en la cadena de montaje.
Se marchó del sur a Detroit en 1940, cuando encontrar trabajo en la Ciudad del Motor era instantáneo. De noche actuaba en fiestas privadas y clubes de clase trabajadora. Las mañanas las pasaba como conserje o en las cadenas de montaje de las fábricas de coches, donde se quedó dormido con frecuencia a causa de su doble vida. Con cada vez más bolos nocturnos, empezó a ser más músico que empleado y comenzó a hacerse un nombre.
2. Nada de adornos.
Fue Elmer Barbee, el dueño de una tienda de discos de Detroit, quien descubrió el filón comercial que se escondía en el hombre flaco y menudo que cantaba en minúsculos bares donde la gente empezaba a apretarse más para verlo. Barbee propuso al músico grabar en el estudio casero que tenía en la trastienda del negocio. En los intentos del negociante por darle sofisticación a los temas, se dio cuenta de que la más mínima adenda a la voz y a la guitarra de Hooker resultaba en un fiasco. Su blues no se regía por la perfección técnica y la fórmula mágica era inseparable de la sobriedad. Barbee supo que él sólo no podía afrontar algo tan embaucador. Puso al fenómeno en contacto con Bernard Besman, dueño de una distribuidora de discos y de una pequeña discográfica llamada Sensation. Allí grabó su primer éxito a finales de 1948, Boogie Chillen, un tema insistente, dominado por el ritmo que marca la suela del zapato, pero alejado de la placidez rural, con un nervio urbano y acelerado.

Hooker en Riverside Records, uno de tantos sellos
3. Chuletitas de cerdo y otros seudònimos.
Hooker no vio que su éxito se correspondiera con las ganancias y decidió grabar —incumpliendo el contrato— con otras pequeñas discográficas. Lo consideró un acto de justicia y Barbee se encargó de ponerlo en contacto con sellos como Danceland, King o Savoy, cobrando 100 dólares por sesión —renunciando a los derechos— y firmando con pseudónimos crípticos como Little Pork Chops (Chuletitas de cerdo) o descarados a modo de imitación barata, como John Lee Cooker. El público, ante tanto boogie con nombre diferente, comenzó a tomarse aquello como una corriente musical más que como un talento individual escondido tras muchos apodos: en 1950 habían salido 22 discos del artista en decenas de discográficas diminutas y con nombres diferentes. Los royalties seguían siendo para los sellos: Hooker se vendía barato sin pensar en la sobrecarga de canciones con las que había saturado el mercado y que amenazaban con quemarlo para siempre.

Fotografiado por Paul Natkin en 1998
4. “Hacían un buen dinero, pero nosotros no lo recibimos”. I’m in the Mood fue su revancha. Una canción caliente, un quejido nocturno que vendió más de un millón de copias en 1951. Pero poco a poco Hooker se daba cuenta de que el esfuerzo no le compensaba, que las ventas no se traducían en dinero. “Entonces las discográficas eran degolladoras. Odio decirlo, pero es la verdad y se supone que hay que decir la verdad. La mayoría de los artistas de blues no sabían sobre editores, autores. No sabíamos lo que era un editor. Hacían un buen dinero, los editores, pero nosotros no lo recibimos porque no sabíamos”, declaró más tarde con su lenguaje llano.
5. Besman y los libros de colorear. Los años cincuenta transcurrieron de gira, en la carretera con el guitarrista y chico para todo Eddie Kirkland. Las ganancias del escenario eran más claras que con Besman, un exprimidor ávido de dinero que cobraba royalties como editor y coautor de los temas de Hooker. Ante cualquier posible duda, se escudaba diciendo que cuando conoció al bluesman su educación musical era tan precaria que él mismo tuvo que poner remedio a las lagunas para que el artista pudiera comenzar a grabar. Besman se autoproclamaba organizadorde las ideas de Hooker y aseguraba que sin él las canciones no hubieran llegado a nada. Dice mucho del personaje que se retirara a California y cambiara radicalmente de negocio para dedicarse a vender libros para colorear, en los que cada área iba numerada y correspondía a un color.

La mano de Hooker fotografiada por Anton Corbijn en 1994
6. Una relación explosiva. Hooker se casó cuatro veces (aunque a veces declaraba que tres) y sólo tuvo hijos con Maude Mathis, con quien estuvo 25 años. Ella se refería a la guitarra del músico como “caja de inanición”, la relación era tormentosa y las peleas, antológicas. Maude sabía de las numerosas aventuras del músico durante sus viajes y enloquecía ante la falta de ingresos para mantener a la familia. En una ocasión, la furiosa esposa fue expresamente a un concierto para subirse al escenario y romperle a Hooker la guitarra en la cabeza. Tuvo suerte de que fuera una acústica. Zakiya Hooker, una de las seis hijas del matrimonio recuerda que había un dedo de la mano que su padre no podía doblar porque en una de las reyertas caseras Maude le cortó el tendón.
7. “Boom, boom, llegas tarde otra vez”. Tras fichar por una larga lista de sellos, sentó cabeza en 1955 con Vee-Jay, una casa discográfica de Indiana que puso a su disposición a una banda de músicos que se desquiciaban con la anarquía de los esquemas inexistentes de Hooker. Fue con una de esas formaciones de músicos todoterreno, acostumbrados a la imprevisibilidad y encabezados por el pianista Joe Hunter (bregado nada más y nada menos que en Motown) cuando Hooker grabó Boom Boom. El título —según su propio autor, al que no hay por qué creer— surgió en el club Apex de Detroit, donde tocó durante años: “Yo siempre llegaba tarde, ya sabes. Entonces bebía, tenía una botella de whiskey escocés en el coche (…) la chica tras la barra, que se llamaba Willow, decía todas las noches ‘Boom, boom, llegas tarde otra vez’, entonces me vino la idea: eso es una canción”.

'Hooker 'N' Heat'
8. Europa. En los años sesenta viajó a Europa y encontró en Alemania, Francia, Italia, Dinamarca, Suecia, Suiza y el Reino Unido a una legión de fans que reclamaban su boogie, entre ellos Mick Jagger y el guitarrista de Led Zeppelin Jimmy Page. Grabò "Burning Hell" con una variedad de temas clàsicos de blues, tocados y ejecutados con su estilo ya pulido y conformado. Así suenan "Key to the Highway", "Blues for my Baby " y "Smokestack Lightinin" para Speciality Records ya que no se obsesionaron por cambiarle el sonido y lo dejaban tocar como el querìa, mientras Vee-Jay se dejaba influir por los nuevos títulos de las demás discográficas.
9. “Tendréis que pagarme el doble”. Pasaron los años sesenta y el comienzo de los setenta colaborando con otros artistas, perdido en el marasmo comercial de la industria del rock. Tal vez el proyecto más notable fue el de Canned Heat en 1971, el grupo de Al Wilson y Bob Hite. Acogieron con admiración a quien reconocían como una influencia decisiva, pero Hooker veía en el proyecto, por encima de todo, la oportunidad de sacar tajada, de resolver tantos años de explotación y engaños colaborando con blancos que lo adoraran. Al comentar la banda que de las sesiones podía salir un doble LP, dijo de manera espontánea: “Entonces tendréis que pagarme el doble”.
10. Un anciano solicitado. Con sólo cincuenta y pocos años, el mundo lo veía como la leyenda viva del Delta del blues. Hasta 1988 con la publicación del disco The Healer —con Carlos Santana tocando la guitarra en el tema que da nombre al disco—permaneció en la brecha dando conciertos. El disco fue el regreso soñado que convirtió a Hooker en un anciano solicitado y, con más de setenta años, comenzó a encadenar éxitos y premios. Pasó esa dulce última etapa de su vida en California, en el área de la bahía de San Francisco. Murió plácidamente, mientras dormía, en la ciudad de Los Altos. Todavía, en el club Boom Boom Room de San Francisco, inaugurado en su honor en los años noventa, hay una cómoda mesa redonda frente al escenario, siempre vacía, reservada para John Lee Hooker.
martes, 16 de junio de 2015
0111. JOHN LEE HOOKER - BOOGIE CHILLUN
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" Boogie Chillen " o " Boogie Chillun " es una de las primeras canciones grabadas por John Lee Hooker en 1948. La letra es en parte autobiográfica y alterna entre versos hablados y cantados. La canción se incluye en su disco debut y en 1949, se transformó en uno de los éxitos del R&B.
La canción comparte la moda de finales de los '40 donde este nuevo estilo de 'electric blues urban' era una adaptación de los tradicionales Delta Blues. Aunque tiene ciertos parecidos al boogie, es más probable su asimilación a los Hill Country Blues de North Mississippi. Hooker dio crédito a su padrastro, Will Moore, quien le enseñó el ritmo de "Boogie Chillen '" ("chillen'" es una aproximación fonética de la pronunciación 'children').
El trabajo de guitarra de Hooker inspiró a varios guitarristas conocidos para dedicarse a tocar este instrumento. Con su estilo de conducción y el enfoque en el ritmo, también se considera un precursor del rock and roll . El crítico musical Cub Koda denomina a la figura musical de la guitarra de "Boogie Chillen" como "el riff que lanzó un millón de canciones." Varios músicos de rock han modelado canciones exitosas, ya sea directa o indirectamente, basadas en las muchas versiones de "Boogie Chillen", como por ejemplo "La Grange" de ZZ TOP.
Clarksdale, Mississippi, a finales de la década de los treinta. Un muchacho ha de decidir entre la moral de su padre, reverendo, y la afición de su padrastro, el blues. No le costó mucho saber que sólo la segunda opción le serviría para no acabar trabajando la tierra como sus antepasados en una región que odiaba, el Delta del Mississippi: es el peor estado. Uno siente esa clase de tristeza cuando está allá abajo. Y así tenemos a un joven Hooker que tras dos intentos de establecerse en otro lugar (el primero, a los catorce años), recala en Detroit, donde la enorme cantidad de trabajo que demandaba la industria automovilística le ofrecía un sueldo seguro para vivir de día mientras tocaba de noche.
Y, sin embargo, a Mississippi y a su padrastro, Will Moore, le debería su éxito por una música que se desmarcaba de los referentes comerciales de finales de los cuarenta: Hooker tocaba un blues sin aditivos, profundo, despojado de todo lo irrelevante; de hecho, era un blues que no parecía blues, era más antiguo que los primeros discos de blues rural, intentando meter la mayor cantidad de impulso en el menor número de notas. Esta esencia no la toma de Charlie Patton, de Son House o Robert Johnson, no; al decir de Keith Richards, el blues, de donde él lo recoge, tiene que provenir de una generación anterior a donde los recogen todos los demás. Es una suerte de preblues. La explicación del propio John Lee Hooker es más sencilla: Lo tomé de mi padrastro, Ese ritmo era suyo. Simplemente está ahí. Y simplemente sale hacia afuera.
Su primera grabación Boogie Chillen' (Los niños del boogie) es un claro ejemplo de lo que sería su estilo: apenas melodía ni armonía, únicamente tocar un riff mientras se improvisa una historia. Mitad cantar y mitad narrar. Da igual la longitud de los versos, su rima o no. Una guitarra eléctrica y un pie que marca fuertemente el ritmo, que recoge un micrófono enfrentando ex profeso su entrada al suelo. Y ahí empezó a tocar más rápido que los demás; ahí empezó su estilo, el boogie: después, todos lo copiaron.
John Lee Hooker, Clarksdale, Mississippi tocando la guitarra en Hastings Street en la década de los 50.
Imagen del archivo de Lawrence Cohn.
Y el tema: la fascinación que siente un crío por la música en un local famoso de Detroit, el Henry's Swing Club, de la calle más bulliciosa de la ciudad, Hastings Street. Un lugar que conocía muy bien y cuyos momentos mágicos donde se dan todas las circunstancias para seducirte en el calor de una actuación sabe transmitirnos muy bien esta grabación de estudio de noviembre de 1948, sin otro acompañamiento que él mismo, su guitarra y su pie.
Well my mama she didn't 'low me, just to stay out all night long, oh Lord
Well my mama she don't 'low me, just to stay out all night long,
I didn't care what she didn't 'low, I would boogie-woogie anyhow.
Sí, mamá no me dejaba pasar fuera toda la noche.
Sí, mamá no me dejaba pasar fuera toda la noche.
A mí no me importaba si no me dejaba, yo bailaría el boogie.woogie de todos modos.
When I first came to town, people, I was walkin' down Hastings Street,
everybody was talkin' about the Henry Swing Club.
I decided I drop in there that night.
When I got there, I say, "Yes, people"
They was really havin' a ball!
Yes, I know boogie chillen'!
Cuando llegué a la ciudad por primera vez, amigos, iba andando por la calle Hastings,
todo el mundo hablaba sobre el Henry's Swing Club.
Decidí dejarme caer por allí esa noche.
Cuando llegué, me dije, "Sí, amigos":
¡Se lo estaban pasando realmente bien!
Sí, ya lo sé, ¡los chicos del boogie!
One night I was layin' down
I heard mama 'n papa talkin'
I heard papa tell mama, let that boy boogie-woogie,
it's in him, and it got to come out
and I felt so good,
went on boogie'n just the same.
Una noche estaba acostado
y oí a mamá y a papá hablar,
oí a papá decirle a mamá: "Deja que el chico baile el boogie-woogie,
está dentro de él y tiene que salir".
Y me sentí tan vien,
y seguí bailando como siempre el boogie.
Y se lo hizo bailar a todo el mundo. El productor del disco, Bernard Besman, sabiendo del alcance que podría lograr lo que tenía entre manos, delegó su venta en el sello Modern, de Los Angeles, que podría encargarse mejor de una tirada nacional. Los números, expresivos por su exageración, hablan de un millón de copias vendidas. Lo que sí está comprobado son las doce veces seguidas que una radio de Nashville lo hizo sonar, que un dj. llamado B. B. King no hacía más que ponerla y que La Asociación de la Industria Discográfica de EEUU la ha incluido en la selección de las canciones más influyentes del siglo XX.
Aunque volvió a grabarla para el sello Vee-Jay, sería treinta y tres años después cuando le daría una vuelta de tuerca con la ayuda de Canned Heat para su disco Hooker'n'Heat (Rhino, 1981)
miércoles, 3 de junio de 2015
0010. JOHN LEE HOOKER - TIME IS MARCHING
John Lee Hooker, uno de los más importantes bluesistas de todos los tiempos, falleció plácidamente mientras dormía en la mañana del 21 de junio de 2001, en su casa en San Francisco, a la edad de 83 años. Hooker influenció a incontables generaciones de músicos e inspiró a fanáticos musicales alrededor del mundo durante sus casi 60 años de carrera. Fue bien amado por millones de personas y lo extrañaremos enormemente.
Fue amado alrededor del mundo y conocido como el rey del boogiee, una genuine super estrella del blues cuyo estilo hipnótico fue tanto ultra primitivo como sin tiempo alguno. Pero John Lee Hooker será recordador en muchos más estilos en una carrera que duró más de medio siglo.
“The hook” fue un nativo del Mississippi que llegó a ser el principal artista del circuito blues de Detroit en los años posteriores a la segunda Guerra mundial. Las semillas de su particular sonido de guitarra fueron plantadas por su padrastro, Will Moore, mientras Hooker era un adolescente. Hooker había cantado gospel anteriormente pero fue tocado por el blues y. simplemente, se dejó llevar. Algunos visitantes de su casa marcaron también importante huella. Hablamos de Blind Lemon Jefferson, Charley Patton y Blind Blake quienes conocían a su padrastro.
Cuando todavía estaba en su juventud, Hooker sintió el llamado de Memphis, pero no pudo hacer mucho en esa ciudad. Se trasladó a Cincinnati donde vivió 7 años antes de realizar su gran movida hacia Detroit en 1943. Los trabajos fueron variados pero Hooker se dedicó a vagabundear por diversos bares con tal de tocar su particular forma de abordar el blues.
En 1948 Hooker se encontró con el productor Bernie Besman, quien le ayudó con sus primeros sencillos “Sally Mae” y “Boggie Chillen”. No había un blues más primitivo como ese en el mercado. La voz gutural de Hooker era acompañada solo por su guitarra fuertemente amplificada y un insistente golpe de tacón. Estos esfuerzos fueron rápidamente recompenzados. Modern Records, un sello de Los Angeles, editó estas grabaciones y “Boggie Chillen” llegó a ser uno de los principales atractivos de los listados de rhythm and blues.
El sello Modern publicó algunos de los principales éxitos de “el hijo del boggie” como “Hobo blues”, “Hoogie boggie”, “Crawling king snake blues” y uno que llegó a los primeros lugares de las listas: “I’m in the mood”, en el cual Hooker sobrepuso su voz 3 veces en un crudo intento de multipista.
Pero Hooker nunca permitió que in contrato le impidiera hacer grabaciones para otros sellos. Su catálogo tempranero se mueve por diferentes disqueras y es tan complejo que es imposible de seguir.
Volviendo al tema de las grabaciones, al mismo tiempo que Hooker trabajó con Modern, también grabó para King bajo el seudónimo Texas Slim; para Regent como Delta John; con Savoy se hacía llamar Birmingham Sam & His Magic Guitar; el nombre Little Pork Chops fue utilizado en Danceland; para el sello Staff era Johnny Williams; para Gone firmó bajo el nombre John Lee Booker; en Acorn fue conocido como The Boogie Man; pasó por otras casas disqueras hasta que en 1955 se estableció en Vee-Jay con su propio nombre. Hooker se convirtió entonces en el punto de referencia para la creciente escena blues de Detroit durante su increíblemente prolífico periodo, llevando al guitarrista Eddie Kirkland como su frecuente compañero de dúo.
Una vez firmado el contrato con Vee-jay, el áspero sonido de Hooker como solista se adaptó a formato de banda. Hooker grabó con varios combos pero nunca con alguien tan versátil como el guitarrista Eddie Taylor o el armonicista Jimmy Reed, quienes lo acompañaron en su comienzo con Vee-jay, produciendo temas como “Time is marching” y “Mambo chillum”.
En 1956 surgieron 2 temas clásicos de Hooker: “Baby Lee” y “Dimples”. Sin embargo también se presentaron inconvenientes con los miembros de la banda, pues el sentido de los tiempos de Hooker era muy propio y, por ser marcado con los tacones de sus zapatos, requería que sus compañeros tuvieran grandes orejas.
El sello Vee-Jay presentó a Hooker en diferentes formatos durante los primeros años 60. El tema “No shoes” fue, sorpresivamente, un éxito en 1960 mientras que “Boom boom” lo hizo en 1962. Estas interpretaciones se acercaban a las canciones bailables del rhythm and blues, beneficiándose por la presencia de algunos músicos pertenecientes a la casa Motown. Pero también había momentos acústicos para acercarse a la naciente fanaticada del folk-blues y también algunos intentos de actualizarse con el rhythm and blues, llegando hasta a presentar coros femeninos y estructuras que, en ocasiones, eran extrañas para Hooker.
A comienzos de los años 60, algunas bandas británicas como The Animals o The Yardbirds, conviertieron a Hooker en ídolo. En 1964 The Animals realizó un cover de “Boom boom” que hizo que las ventas de la grabación original se dispararan en los Estados Unidos.
En 1964 Hooker grabó una de sus joyas con el Vee-Jay: “Big legs, tight skirt”, que fue uno de los últimos registros para esta casa disquera. Posteriormente hace un extenso recorrido por diversos sellos: Verve-Folkways, Impulse, Chess, and BluesWay fueron su hogar entre 1965 y 1966. La reputación de Hooker creció en los Estados Unidos, especialmente dentro del público roquero luego del álbum “Hooker’n’Heat”, de 1970, al lado de Canned Heat.
La fórmula del boogie eterno creció increíblemente. Muchos de los temas de Hooker grabados en los años 70 se encontraron con una base rítmica my rockera. En los años 80, Hooker tuvo una pequeña participación cinematográfica en la película “Blues brothers”. Sin embargo “el hijo del boogie” no se hallaba a sí mismo. Con la ayuda del productor Roy Rogers, Hooker grabó el álbum “The healer” en 1989, que fue el primero de sus últimos trabajos llenos de la presencia de grandes estrellas como Santana, Bonnie Raitt o Robert Cray entre otros.
Algunos sellos importantes comenzaron a tener noticia de la creciente demanda de discos de blues y Pointblank firmó con Hooker para lanzar “Mr. Lucky”, que en esta oportunidad presentaba la colaboración de Albert Collins, John Hammond, Van Morrison y Keith Richards entre otros. Una vez más Hooker descansó en los laureles dejando que sus invitados pusieran la mayor parte en la grabación. Ante el éxito de “Mr. Lucky”, otro álbum de Pointblank venía en camino: “Boom boom”.
Hooker disfrutó de una buena vida en los años 90. Buena parte de ese tiempo fue en un semi retiro, adquiriendo muchas propiedades en la costa de California. En ocasiones se divertía haciendo comerciales para gaseosas, cervezas y marcas de ropa. También grabó otros 2 álbumes: “Chill out” en 1995 y “Don’t look back” en 1997. Todo esto ayudó a mantener su estatus de leyenda viva y permanecer como un ícono de la música americana.
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