SOLO QUIERO QUE ME RECUERDEN CON MI MUSICA

"La luna esta saliendo, no hay tiempo que perder
Es hora de empezar a beber.
Dile a la banda que toque un blues y yo pago los tragos".
Tom Waits

martes, 21 de julio de 2015

0179. BESSIE SMITH - NOBODY KNOWS YOU WHEN YOU'RE DOWN AND OUT

(Click en la imagen para escuchar)

La música brotó de la tierra con el sonido triste de su voz. Rechazada por ser demasiado negra, la música era su alma, pero su vida se apagó –como un fuego fatuo– en medio de la noche.
“Fui pobre y fui rica, pero prefiero lo segundo” dijo una vez. Emergió entre la modorra de los cabarets y la liviandad de los vodeviles; modeló su estilo en las esquinas callejeras de Chattanooga, a galope con su hermano, con tal de ganar unos reales y comprar la pitanza familiar.
Una mezcla de talento y suerte la levantaron en volandas hacia el primer peldaño de la esquiva fama; a los 29 años grabó Downhearted blues y Bessie Smith estampó su nombre en la historia de la música.
Estalló las marcas al vender 750 mil copias en 1923; su voz plena de matices, potente y clara hizo lucir como graznidos la de sus rivales; en poco más de una década llegó a ser la cantante negra mejor pagada y su grabación de St. Louis Blues , con Louis Amrstrong, fue considerada la mejor de los años veinte.
El maravilloso “Satchmo” afirmó que “tenía música en su alma” y la cantante de Teneessee se convirtió en el nuevo astro de la música popular y en paradigma del blues clásico.

Sin decir agua la niñita negra que trinaba al frente del Salón del Elefante Blanco, en la calle Elm XIII, hizo yunta con la “créme de la créme” de aquellos años: Don Redman, Coleman Hawkins, James P. Johnson y Fletcher Henderson, quienes se prosternaron ante la rotunda pureza de su dicción, la voz natural y diáfana así como la perfecta técnica de interpretación.
El sueño duró hasta la Gran Depresión; cayeron los contratos, el vodevil cerró puertas y Bessie volvió a ser una cantante negra en un mundo de blancos. Cantó por el pan y el cuarto; adicta al sexo, sus canciones ahondaron en temas pornográficos para complacer a la clientela de los lupanares donde recaló.

La fecha de nacimiento de Bessie Smith es incierta, ni ella misma podía determinarla con claridad. Las partidas de nacimiento no eran muy habituales entre los negros de Chattanooga, Tennessee, entre 1895 y 1900; en todo caso sus primeros años transcurren en una situación de miseria económica. Aprendió a cantar escuchando a los músicos callejeros con los que, en busca de dinero, recorría las calles de su ciudad a la edad de siete años. En esas épocas sin escolarización, sin recursos económicos y con alimento escaso; Besssie destacó por una poderosa voz de contralto y una extremada facilidad para hacer suyos todos los blues que cantaba. Esa cualidad se mantiene todavía, no importa el autor ni importa quién lo hizo antes; si Bessie lo cantó, es suyo.

Cuando contaba nueve años, una mujer negra y bien vestida se acercó a ella mientras estaba cantando en la calle. Ma Rainey era una de las conocidas cantantes de blues y una estrellas en el circuito de la música para negros. Esa misma mañana había estado actuando en Chattanooga con La T.O.B.A. (Theater Owners Booking Association, que los músicos preferían llamar Tough On Black Asses; Duro Con los Culos Negros). Ma Rainey no tuvo muchos problemas en convencer a la familia de Bessie para incorporarla a la gira, al fin y al cabo era una boca menos. Se cuenta que Rainey enseñó a la joven los trucos del oficio, cómo cargar de fuerza y significado cada palabra; la manera de lograr que cada frase cuente tu propia historia. «Una canción es como una escalera que has subido muchas veces—solía decir—. Sólo tienes que poner el pie en el primer peldaño y dejar que tu alma cante». Éstas primeras giras dieron a Bessie un aprendizaje excelente pero le aportaron muy poco dinero.

A los 17 años, en un pequeño club de Selma, Alabama; Frank Walker, el que sería su productor y consejero escuchó cantar a Bessie Smith. «¿Has pensado en ir a Nueva York?» —le preguntó. «He pensado en muchas cosas, pero hacerlas es bastante más difícil». Años más tarde, Walker la mandó llamar para una sesión de grabación con Columbia; Walker relataría el suceso como «la experiencia musical más importante de mi vida, nunca había oído nada como el aire tormentoso que aportaba a la música de su gente. Ella era el significado del blues».

Parece haber indicios de grabaciones anteriores. el propio Thomas Edison, inventor del fonógrafo, grabó una canción de Bessie, en 1921, descartándola por no parecerle lo suficientemente comercial y algunas noticias de los periódicos locales de la época aportan datos de discos que nunca han sido encontrados, pero esa tarde de Febrero de 1923, cuando los técnicos de Columbia grabaron Down Hearted blues, el mundo del jazz y del blues no volvería a ser el mismo. En un principio sólo Walker y el pianista Clarence Willians creyeron en una joven promesa que llegó a Nueva York «alta , gorda y mortalmente asustada», ella misma opinaba que su voz sería «demasiado áspera para esta gente del norte». Seis meses más tarde había vendido 780.000 copias de su disco salvando a la compañía de una casi segura bancarrota. Bessie Smith grabaría, siempre en Nueva York, 160 canciones que constituyen todo un legado cultural.

Los años que vinieron después fueron los de mayor esplendor que una artista negra había conocido jamás hasta entonces. Las ventas de sus discos y el éxito de sus giras le reportaron ingresos millonarios que fueron mal administrados. La bebida y una turbulenta vida sexual que incluía tanto a hombres como a mujeres se llevaron la mayor parte. Los músicos la adoraban, grabó con Louis Armstrong, Fletcher Henderson, James P. Johnson. Coleman Hawkins, Benny Goodman... Se cuenta que en Chicago, el gran Bix Beiderbecke arrojó al suelo la paga de una semana para que no parase de cantar. Jamás olvidó sus orígenes humildes y construyó un asilo para indigentes. Nunca quiso utilizar micrófonos y en una sola de sus sesiones de grabación utilizó batería, se cuenta que ella misma marcaba el tempo a los músicos forzándoles a subirlo o bajarlo con un dominio total de la situación y la ventaja de una voz privilegiada.

Hacia 1929 volvieron los tiempos difíciles. De manera premonitoria grabó una versión de Nobody knows you when you´re down and out. Los excesos de su carácter y su afición a la bebida habían creado una gran desconfianza en los propietarios de locales y teatros que nunca podían asegurarse de que Bessie estuviese presente el día del concierto. Por otro lado, la depresión de la Bolsa que afectó extraordinariamente al negocio discográfico redujo sus ingresos; los gastos continuaron. Su carácter oscilaba por momentos entre la más absoluta vulnerabilidad y ternura a crisis de desesperada violencia cuando no podía conseguir lo que quería en un momento determinado, fuese alcohol, hombres o mujeres. Su generosidad era una constante; nadie que acudiese a ella solicitando ayuda, ficticia o real, volvía con los bolsillos vacíos. Walker, su productor consiguió que ahorrase lo suficiente para comprar una casa. Poco después se produjo el reemplazo en la producción de Walker por su marido; Jack Gee, un policía de Filadelfia más aficionado al dinero fácil que a los negocios artísticos, con el que mantuvo una relación en la que el amor y el odio se mezclaban a partes iguales. Aunque Jack figure como autor de algunas composiciones grabadas en esa época, su falta de conocimientos y de interés por la música evidencian que estas atribuciones fueron un regalo más de Bessie. Las cosas empeoraron notablemente y Bessie volvió a actuar en pequeños clubes sureños. Su ultima grabación tuvo lugar el 24 de Noviembre de 1933. Tanto en los discos de su última etapa como en la película de Dudley Murphy, su voz ha ganado en profundidad y fuerza; más que nunca canta como siente, sin técnicas ni artificios. Los años de decadencia personal imprimen a su música una emotividad que no pueden dar en ningún conservatorio.

LA MUERTE DE BESSIE Y LAS VERSIONES

En la madrugada del domingo 26 de septiembre de 1937, en una carretera local del estado de Mississippi, su automóvil se empotró en la trasera de un camión; su cuerpo quedó destrozado, con el brazo derecho prácticamente separado del tronco. A partir de aquí circulan varias versiones; según una, Bessie se desangró porque los hospitales más cercanos no admitían pacientes negros; otra dice que murió en la sala de espera de un hospital y una tercera afirma que murió en el hospital para negros G. T. Thomas, de Clarksdale, al poco tiempo de ingresar. De cualquier manera murió demasiado pronto.

Poco después de su muerte, Hammond armó un revuelo al criticar, en un artículo para la revista de jazz Down Beat, que Smith había sido rechazada en un hospital para blancos, sugiriendo que ella murió a causa de esto. Este rumor que se mantuvo por décadas, alentado en 1959 por la canción The Death of Bessie Smith (La muerte de Bessie Smith) de Edward Albee. Aunque las autoridades desmintieron en todo momento tales rumores, lo cierto es que Hammond nunca se retractó de su historia. Cuando en 1972 el biógrafo Chris Albertson, para su libro Bessie, consiguió una entrevista con Hugh Smith, uno de los doctores que la atendió en aquellas horas, éste guardó silencio respecto a este hecho.

La historia vuelve a repetirse en 1993 en el libro de Alan Lomax, The Land Where the Blues Began (La tierra donde nació el blues). La insistencia de Lomax en el mito es más inexplicable cuando se tiene en cuenta una carta recibida por su padre, Juan Lomax, en octubre de 1941. En esa carta, el Dr. W. H. Brandon, que atendió también a Smith, escribió: Bessie Smith sufrió un accidente de automóvil a varias millas en las fueras de Clarksdale y fue traída a Clarksdale en una ambulancia... Murió ocho o diez horas después de su ingreso en el hospital. Le dimos la atención médica adecuada, pero nunca pudimos reanimarla tras el choque.

"Ellos habían oído hablar de lo sucedido a Bessie Smith en 1937 en su ciudad natal," escribió Lomax. "Herida la gran cantante de blues en un accidente de coche, su admisión era rechazada en tres hospitales de Clarksdale debido a que era negra. Al final ella murió desangrada sin atención médica, mientras que sus amigos suplicaban a las autoridades del hospital para que la admitieran. Estos sucesos eran comunes en el sur profundo de los Estados Unidos."
Mientras que Lomax consideraba que este incidente era un caso "típico" de racismo en el sur, el doctor que atendió a Smith (recogido en el libro de Chris Albertson) confirmó que era extremadamente improbable que un conductor negro de ambulancia hubiese llevado a una paciente negra a un hospital de blancos, máxime cuando había un hospital para negros más cercano. El conductor, a esta pregunta, dijo al escritor George Hoefer, veinte años más tarde, que él la había llevado directamente al hospital para negros de Clarksdale, como se había afirmado, pero también mantuvo que Smith había muerto durante el camino, en lugar de morir desangrada mientras esperaba su ingreso. Como puede observarse, esta parte de su historia era incorrecta. Smith todavía se encontraba con vida cuando la ingresaron en el hospital, en el turno de noche, aunque nunca recuperó el sentido y murió a la mañana siguiente a las 11:50 horas.

Bessie Smith cambió el panorama musical que vino detrás de ella. El mundo del blues, tan dado a este tipo de sobrenombres, cuenta con una buena cantidad de «reinas» en su catálogo; pero el título de «emperatriz» está reservado a una sola persona. Los ingresos que las grabaciones de Bessie y otras grandes del Clasic Blues aportaron a Columbia y otras discográficas, animaron a éstas a interesarse por la música negra y abrieron la puerta a la siguiente generación en la cual, pasada la época glamorosa de los espectáculos de vaudeville, proliferarían los cantantes de blues rural en las grabaciones destinadas a un público de color. La mejor y más documentada biografía de Bessie Smith es la escrita por Chris Albertson, en 1973; aunque no hace mucho ha aparecido una nueva edición revisada, continúa sin traducida al castellano. Columbia ha reeditado todas sus grabaciones y algunas tomas alternativas están disponibles en el sello británico Frog.

El jazz no sería lo mismo sin Billie Holiday, otra artista cuya vida presenta paralelismos con la de Bessie. La propia Billie se consideró siempre como una admiradora y discípula de su estilo; en su autobiografía Lady sings the blues recuerda cuando a cambio de unas monedas limpiaba toallas en un burdel «...le decía a Alice que podía guardarse su dinero si me dejaba subir a la sala de estar para escuchar a Bessie en su gramola». En la era del pop su influencia seguía vigente; otra vocalista de biografía azarosa, Janis Joplin, —«Bessie me mostró el aire y me enseñó como llenarlo», había dicho—, reconoció su deuda con la emperatriz cuando, en 1970, poco antes de su propia muerte compró la lápida que hasta entonces la tumba de Bessie Smith no había tenido.

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